Puede encarcelarse al narcotraficante, pero no al narcotráfico
Es
la premisa que parece emanar del caso del narcotraficante mexicano
Rafael Caro Quintero, quien ha vuelto a los titulares de la prensa a
pesar de encontrarse tras las rejas desde 1985.
Este
mes el gobierno de Estados Unidos puso a 18 personas y 15 comercios en
la lista negra del departamento del Tesoro, por sus supuestamente
administrar negocios y empresas relacionadas con el narcotráfico y
lavado de dinero, vinculadas con Caro Quintero.
En
la lista se cuentan sus hijos Héctor Rafael, Roxana Elizabeth, Henoch
Emilio y Mario Yibran, así como su esposa María Elizabeth Elenes Lerma.
Caro
Quintero paga condena de 40 años como autor intelectual del asesinato
del agente Enrique Camarena Salazar, de la agencia antidrogas
estadounidense, la DEA.
Pero
la revelación de que seguiría activo a través de una red de familiares y
asociados han abierto de nuevo la pregunta si los jefes mexicanos del
narcotráfico alguna vez se retiran. O si la cárcel es efectiva para
alejarlos de sus negocios.
Es
algo que muy pocas veces ha ocurrido, le dice a BBC Mundo Arturo
Arango, consultor independiente en seguridad. "Es muy difícil pensar en
un retiro desde el punto de vista tradicional", explica.
"La
delincuencia organizada tiene mecanismos de control sobre sus propios
miembros, y cuando alguien quiere salirse se les mueve el tapete
(alfombra) a todos los demás".
Esta
realidad es particularmente clara entre los líderes de carteles, añade.
"Imagínense el retiro de un capo que sabe todo de todos. Quien fuera su
sucesor lo que haría sería intentar matarlo".
Capos anónimos
Hasta
ahora en México sólo se conocen dos casos de jefes de narcotráfico que
se habrían retirado: Juan N. Guerra, fundador del Cartel del Golfo, y
Miguel Ángel Félix Gallardo, "El Jefe de Jefes", quien en la década de
los años 80 fue el principal líder del tráfico de drogas en el país,
según la DEA.
Guerra
cedió el control de la organización a su sobrino Juan García Ábrego,
actualmente encarcelado en Estados Unidos, y Félix Gallardo fue detenido
en 1989.
En
su libro El Cartel, el periodista Jesús Blancornelas cuenta que el
exlíder ordenó repartir el territorio que controlaba entre algunos de
sus colaboradores.
Algunos
beneficiados se convirtieron después en jefes de carteles, como Amado
Carrillo Fuentes, "El Señor de los Cielos", los hermanos Arellano Félix o
Joaquín Guzmán Loera, "El Chapo".
Su
retiro fue posible porque el escenario en que se realizaba el tráfico
de drogas era distinto, explica Arango. En muchos casos los jefes de
carteles eran protegidos o aliados de autoridades policíacas.
Ahora
en municipios de Tamaulipas o Nuevo León las bandas lograron controlar
durante un tiempo a las corporaciones policíacas locales, según reconoce
la Secretaría de Gobernación.
Pero
más allá de Guerra o Félix Gallardo, hasta ahora no se han conocido más
casos, quizá porque los medios suelen prestar más atención a quienes
las autoridades señalan como grandes líderes, le dice a BBC Mundo Luis
Astorga, académico del Instituto de Investigaciones Sociales de la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
"Hay
muchos otros personajes que no aparecen en el radar, que muy
probablemente ya se retiraron y nadie supo de ellos porque nunca fueron
investigados o señalados por alguna autoridad", señala.
¿Cárcel?
En algunos casos la prisión tampoco aleja a los jefes del narcotráfico de sus negocios.
Por
ejemplo, está el caso de Osiel Cárdenas Guillén, ex líder del Cartel
del Golfo, quien mantuvo el control de su organización durante el tiempo
que permaneció encarcelado en México, según reconocieron especialistas y
autoridades.
El Cartel se dividió meses después que fue extraditado a Estados Unidos.
Durante
los años que estuvo en una cárcel de alta seguridad, El Chapo Guzmán
gozaba de privilegios como bebidas alcohólicas, comida especial o
drogas, además de que mantenía el control de su organización, según
documentó la Procuraduría (fiscalía) General de la República (PGR).
Una
situación de la que pocos escapan. Según el investigador Luis Astorga,
informes del gobierno estadounidense reconocen que desde las cárceles
algunas pandillas organizan la venta de droga en las calles.
"Eso
nos muestra que ni Estados Unidos, que se precia de ser el país más
estricto está libre de eso. ¿Cómo le pueden pedir a países como México,
Colombia o cualquier otro que los delincuentes no sigan delinquiendo
desde la prisión si ni siquiera los estadounidenses lo logran?".
Fuentes: http://www.noticia24h.com