Las líderes feministas le enmiendan la plana al Cardenal López Rodríguez
República Dominicana.-La Colectiva Mujer y Salud denunció que con la
demanda interpuesta por la Iglesia Católica contra la campaña de
educación sexual de Profamilia lo que está en juego es el derecho de las
mujeres a una práctica sexual autónoma, con responsabilidad y
reciprocidad del placer.
La ong feminista puso en duda el interés de la jerarquía eclesial por el bienestar de la niñez, y le recordó lo que hacen los sacerdotes que violan sexualmente a los niños.
Abogó por el derecho a promover una práctica sexual cuya moralidad no se defina en función del estado civil o del orificio corporal utilizado, sino de la responsabilidad con que se asume y de la reciprocidad del placer.
“El problema es que el ejercicio de ese tipo de sexualidad requiere del acceso libre a la información (léase: educación sexual científica, no moralina católica) y a la asesoría y los métodos anticonceptivos”, argumentó.
Para la CMS, el ejercicio de los derechos sexuales y los derechos reproductivos implica y exige el respeto irrestricto a la libertad de expresión, de conciencia y de cultos.
La ong feminista puso en duda el interés de la jerarquía eclesial por el bienestar de la niñez, y le recordó lo que hacen los sacerdotes que violan sexualmente a los niños.
Abogó por el derecho a promover una práctica sexual cuya moralidad no se defina en función del estado civil o del orificio corporal utilizado, sino de la responsabilidad con que se asume y de la reciprocidad del placer.
“El problema es que el ejercicio de ese tipo de sexualidad requiere del acceso libre a la información (léase: educación sexual científica, no moralina católica) y a la asesoría y los métodos anticonceptivos”, argumentó.
Para la CMS, el ejercicio de los derechos sexuales y los derechos reproductivos implica y exige el respeto irrestricto a la libertad de expresión, de conciencia y de cultos.
Sostuvo que estos derechos, aunque están consagrados en la
Constitución, son nociones que la Iglesia católica sigue asumiendo con
reticencia.
Acusó a la Iglesia Católica de resistirse a reconciliarse con la ilustración.
La declaración:
Una reflexión de la Colectiva Mujer y Salud en torno al recurso de amparo contra PROFAMILIA
La Colectiva Mujer y Salud expresa su apoyo irrestricto a la campaña
por los derechos sexuales y los derechos reproductivos que ha venido
desarrollando PROFAMILIA y que acaba de ser blanco de un recurso de
amparo que, más que una simple medida judicial, evoca persecuciones
inquisitoriales propias de épocas ya superadas.
Con esta iniciativa la Iglesia católica nueva vez se coloca al margen
de la racionalidad científica, de los derechos humanos y del respeto a
los principios constitucionales de libertad de expresión, de
pensamiento, de conciencia y de cultos.
La Santa Sede encabeza el último régimen político que niega a las mujeres, no digamos ya la igualdad de oportunidades, sino que ni siquiera una sola oportunidad, por pequeñita que sea, de ocupar un cargo de relevancia y autoridad
Entendemos que, aunque el recurso de amparo interpuesto por la
Iglesia tiene como blanco inmediato a PROFAMILIA, esta organización debe
ser vista como el chivo expiatorio de una estrategia más amplia, cuyo
objetivo parece ser suprimir la promoción de los derechos sexuales y
reproductivos mediante la descalificación moral y la amenaza de
represalias judiciales.
De su vocación por el insulto y la descalificación como estrategia
política abundan los ejemplos, sobre todo de boca de su Eminencia
Reverendísima, quien hace apenas un par de días ofreció nueva muestra de
su gran respeto por la opinión ajena al declarar que los derechos
sexuales y reproductivos son un invento de gente carente de moral y principios.[1]
El sustrato ideológico de la campaña eclesiástica contra PROFAMILIA
tampoco es nuevo -de hecho, fue articulado por Agustín hace más de 15
siglos-, y descansa sobre dos pilares principales: la fobia sexual y la
misoginia. Veamos. Para nadie es noticia que según la doctrina católica
toda actividad sexual fuera del coito vaginal sin protección
anticonceptiva, realizado entre personas casadas por un cura (aunque
éste sea un pedófilo impenitente), es aberración y pecado mortal. Y
cuanto menos se practique –y menos se goce- mejor que mejor, porque como
es bien sabido, los placeres de la carne son la tentación del demonio.
Sobre la mujer, mientras menos se diga mejor. Fuera de Arabia Saudita
–su aliada incondicional en las Naciones Unidas contra las
depravaciones del enfoque de género y de derechos- la Santa Sede
encabeza el último régimen político que niega a las mujeres, no digamos
ya la igualdad de oportunidades, sino que ni siquiera una sola oportunidad, por pequeñita que sea, de ocupar un cargo de relevancia y autoridad.
Por el contrario, para la Iglesia las únicas mujeres buenas -fuera de
las monjas, por definición célibes- son las madres y esposas que se
someten gustosas a la autoridad de sus maridos y que abnegadamente se
despojan de cualquier aspiración profesional en aras del bienestar de
sus hijos, mientras sus maridos compiten a tiempo completo en el mercado
laboral sin distracción doméstico-familiar alguna.
Y no olvidemos que las monjas fueron históricamente reducidas a la
condición de mucamas y mandadas a cuidar enfermos, educar niños ajenos,
coser manteles y vestimentas sagradas, y limpiar iglesias y residencias
de curas. Todavía hoy en día, las que se salen demasiado de estos
esquemas son declaradas extremistas feministas, poco menos que
herejes, y sobre ellas se ceban todos los consistorios del Vaticano,
como acaba de ocurrirles a las monjas estadounidenses.
En otras palabras, lo que está en juego con este recurso de amparo no
es el supuesto bienestar de los niños dominicanos, por quienes Iglesia
generalmente ha demostrado poco interés una vez nacidos
-excepción hecha de los curas pedófilos, por supuesto-,sino el derecho a
promover cualquier ideología que conciba una práctica sexual autónoma
para las mujeres; una práctica cuya moralidad no se defina en función
del estado civil o del orificio corporal utilizado, como dice Marta
Lamas, sino de la responsabilidad con que se asume y de la reciprocidad
del placer.
El problema es que el ejercicio de ese tipo de sexualidad requiere
del acceso libre a la información (léase: educación sexual científica,
no moralina católica) y a la asesoría y los métodos anticonceptivos. De
ahí se deriva que el ejercicio de los derechos sexuales y los derechos
reproductivos implica -exige más bien- el respeto irrestricto a la
libertad de expresión, de conciencia y de cultos, que aunque consagradas
en nuestra Constitución, son nociones que la Iglesia católica, que
todavía no se reconcilia del todo con la Ilustración, sigue asumiendo
con reticencia.
El lado tenebroso –y peligroso- de esta historia es la manera en que
los extremismos religiosos de las jerarquías pueden inadvertidamente
alentar el accionar de fanáticos que, sintiéndose apoyados por Dios, no
vacilan en cometer atropellos contra esas personas e instituciones carentes de moral y de principios,
que interfieren con el Plan Divino. Las consecuencias las vemos todos
los días a lo largo y ancho de América Latina en las agresiones que
sufren las personas defensoras de derechos humanos y sus organizaciones,
desde el jaqueo sistemático de sus páginas web hasta las golpizas y el
asesinato. Los numerosos precedentes de agresiones y muertes de
activistas de derechos humanos ocurridos en los últimos años en nuestra
región –sobre todo las de defensores de derechos sexuales y derechos
reproductivos- obligan a tomar esta amenaza con la más absoluta
seriedad.
Por eso concluimos esta reflexión con un llamado de atención a la
sociedad dominicana para que haga conciencia de los peligros que
acarrean los extremismos religiosos. Es hora de exigir que las altas
jerarquías eclesiásticas cesen su hostigamiento y sus agresiones
verbales contra los organismos nacionales e internacionales que
promueven y defienden los derechos humanos.
Las libertades de expresión, de pensamiento y de cultos nos
garantizan el derecho a promover nuestras creencias en el espacio
público, pero no a insultar, satanizar y descalificar moralmente a los
contrarios. Eso se hace en dictaduras, no en democracias.
Fuentes: http://www.acento.com.do
Posted by Unknown
on lunes, mayo 13, 2013.
Filed under
Regionales
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