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Recorre el Municipio de Gaspar Hernández

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Texto completo: charla que dictara Sócrates Suazo Ruiz, "Epítome del Patriotismo de Duarte"

EL GENERAL DUARTE
EPITOME DEL PATRIOTISMO DOMINICANO

Texto íntegro de la charla de Sócrates Suazo Ruiz, en el Salón de Sesiones del Ayuntamiento Municipal.


Es imposible que determinado conglomerado humano preserve su perfil o alcance de sus metas de corto, mediano o largo plazos al margen de algunas condicionantes básicos, uno de los cuales es el territorio.Como en el caso de los habitantes de habla española de la Isla, éste ha sido puesto entredicho con obstinada sustemacidad, el elemento armado ha teñido un desempeño preeminente en el dicurso histórico de nuestra patria, hasta el punto de que uno de nuestros historiadores militares más destacados de los tiempos corren ha dado en afirmar, en uno de sus libros, que quizás "ningún otro pueblo en el mundo (...) deba más (que el nuestro) su nacionalidad, sus glorias y heroísmo estén unidos estrechamente en Santo Domingo con el uso de las mismas". "Cuando el dominicano nació conforme a su autorizada apreciación, lo hizo con una lanza en la mano y un machete al cinto".

La dominicanidad es una construcción social en la que nuestro perfil cultural de pueblo cristiano de origen sub-europeo y el factor de orden militar altenan a partes iguales. Sobre la base de su dinámica interrelación, unida a los accidentes que en el camino de pueblos, naciones e imperios suelen colocar para sus catarsis y depuración la Historia o la Divina Providencia, se ha forjado la conciencia de ser y la personalidad del dominicano.

Hay un suceso que ha sentado sus reales en nuestra memoria colectiva que bien podría ilustrar, por contraste, la faceta del Padre de la Patria ue desborzaremos mediante la conferencia. Narciso Sánchez, padre de uno de los héroes de la independencia nacional de 1844, enterado de que su hijo había ligado a otros jóvenes con el propósito de poner fun a la Dominición Haitiana iniciada en 1822, se cuentra que un día lo llamó aparte, y le dijo: Convéncete, Francisco; esto podrá ser un país, pero nación nunca".

Federico Henríquez Gratereaux, en su libro Un ciclón en una botella, Notas para una teoría de la sociedad dominicana (1999,70) afirma lo siguiente: "Así escribe la frase Lugo Lovatón, siguiendo una tradición oral de la familia Sánchez. Troncoso Sánchez le trasmite así: "Ay hijo, esto será país, pero nación, jamás". De cualquier manera que hayan sido pronunciadas, estas palabras, son expresiones tristes y pesimistas, mucho más en la boca del padre de una Padre de la Patria. Troncoso de la Concha añade, a modo de comentario, que su maestro. Federico Henríquez y Carvajal, decía que "no sabía so aquello había sido una predicción o una maldición". Don Emilio Rodríguez Demorizi en su obra Frases dominicanas (1980: 33) sitúa en 1844 el suceso, y recoge la siguiente versión: "Desengáñate, Francisco: éste seá país, pero nación nunca".

En esta expresión aparece esbozada de manera sucinta una de las percepciones fundamentales del imaginario social dominicano. Andando el tiempo, se depurará, crecerá en referencias, argumentos y aplicaciones, pero el núcleo duro de la doctrina ya está dado en el planteamineto de que, entre nosotros, todo esfuerzo es vano; que no nos es dado aspirar a lo que han alcanzado otros pueblos, pues somos un caso único, con ciertas incapacidades intínsecas que limitan nuestro avance hacia mejor; luego, no hay que esforzarse, todo está perdido; cualquier intenro está, de antemano, condenado al fracaso.

Francisco Antonio Avelino en Las ideas políticas en Santo Domingo, un texto de 1966, afirma, para mediados del decenio de los sesenta, que: "Hasta en boca de los más humildes hemos sorprendidos frases como éstas, convertidas en axiomas: "Este no es un paías, sino un paisaje" y "un país donde el centavo le dicen "chele" y a la casualidad "chepa", no se puede salvar". Como si lo peculiar, lo autóctono, que penetra creador hasta en los giros del lenguaje, fuera del pecado, una lacra". Federico García  Godoy también fue testido de la entronización de una ola de pesismismo semejante en 1910.

Frente a esta visión desesperanzadora y gris, se yerguen, incólumes, el pensamiento y la trayectoria de la vda del Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, y con él de todos  aquellos que tienen y han tneido irrestricta confianza en los dominicanos, en sus potencialidades para alcanzar las cumbres más altas en procura del argumento de nuestra historia republicana. De hecho, a partir de sus percepciones de la condición dominicana, durante los años de la ocupaciín hatiania, y de las viviencias que tuvo durante su estadía en Europa, especialmente en Barcelona, imaginó literamente, todo el entramado institucional del que andando el tiempo sería nuestro Estado-nación.

De su estro nació en mucho, De su mente salieron: el nombre: República Dominicana; los colores de la bandera; el lema: Dios, Patria y Libertad, que aún hoy figura en nuestro escudo, que tamién ideara él, el planteamiento de la separación cuatripartita de los poderes del Estado, el primer proyecto de Constitución, e incluso las agrupaciones por meio de las cuales se fue allanando el camino de la independencia (1838-1844).

Nada de ello hubiera sido posible sin la existencia de un instruento institucional con y desde el cual operar. Tal fue el rol desempeñado por la Trinitaria y sos dos organizaciones subsidiarias; La Filantrópica y  La Dramática; fundada por el patricio el 16 de enero del 1838, en un momento en que nuestra población era de apenas de 126 mil personas, distribuidas en cinco provincias, y 29 comunes. Ahora bien, la creación de la estructura organizativa de la que emergería la independencia nacional no es punto de partida, sino punto de llegada y plataforma para realización de acciones de mayor alcance a las emprendidas hasta ese momento. Los propósitos de Duarte están claros en su mente desde su regreso a Santo Domingo, vía Saint Thomas y Puerto Rico, en 1812.

Dice D. Pedro Bergés Vidal, en su célebre Cronología que, al ser preguntao qué le habría gustao más durante su viaje a Europa, en que tocó puertos de Estados Unidos, Inglaterra, Francia y España, donde se radicó finalmente, su repuesta fue: "los fueros de libertades de Barelona, fueros y libertades que espero demos nosotros un día a nuestra patria". Sus acciones y decisiones retratan de cuerpo entero su intencionalidad, sobre todo por el énfasis que pone en la ampliación y el cultivo de sus relaciones inter-personales.

El citado texto de Berges Vidal traza un panorama que muesta que, antes, durante y después de 1838, las relaciones sociales del patriota continuaron su derrotero: Duarte, josé María Serra y Wenceslao de la Concha asiten como testigos de boda de José María Caro, el 15 de noviembre de 1833; el primero y el tecero figuran en la misma condición el 21 de agosto de 1835 en el matrimonio de Fernando J. Gómez y María Guadalupe Alfau, hermana de Felipe Alfau; Duarrte y Juan Isidro Pérez hacen lo propio el 22 de julo de 1836 a propósito de la unión de las vidad de Abdad Alfau y Rosario Guillén; el partricio también aparece como firmante del acta de matrimonio de Manuel María Guerrero (25 de enero de 1837), y, junto a Manuel María  Valverde, firma la de sus bodas de Juan Nepomuceno Tejera y de Ana María Penson, padres de Emiliano Tejera, el 30 de enero 1838, catorce días después del acto fundacional de la Sociedad Secreta la Trinitaria; el padre de la Patria aparece como padrino de Petronila Ruiz,hija de Félix María Ruiz; de Aurelia y Juan Pablo, hijos de Pedro Alejandrina Pina, y de María Belén Vega, hija de Concepción Vega, a más de cuñado de Tomás de la Concha, novio de Rosa Duarte.

Se sigue que el patriota aparte de su posición económica privilegiada, su aura de Eueropa, mientras el país era dominado por los haitianos, que habían impuesto el servicio militar obligatorio, confiscado las tierras de la Iglesia Católica, cerrado la universidad, creado un impuesto tendente a solventar buena parte de la penalidad impuesta por Francia alos haitianos por daños provenientes de su guerra de independencia y decretado la obligatoriedad del idioma francés en los documentos oficilaes, contaba con una amplia base social, base social que constituyó la materia prima de la Trinitaria, cuyos trabajos se iniciaron seis años antes de la jura de su fundación.

Si se toma en cuentra la estructura organizacional de esta sociedad; esto es, que cada uno de los responsables director formaría células de tres personas, cada una de las cuales, a su vez, haría lo mismo, y así, ad infinitum,. se sigue que quienes se reunieronel 16 de enero del 1838, para dejar constituido el partindo trinitario, eran verdaderos delegados del poder poupar dominicano en ciernes; y que, al designar a su fundador como Presidente y, posteriormente, como Jefe de los ejércitos de la Nación, lo hicieron en base al principio de representatividad, que es uno de los referentes por excelencia de la soberanía, de la democracia y, por ende, de la voluntad popular.

Lo antes expuestos resalta el liderazgo político y militar de Duarte y la alteridad o reconocimiento de los difrentes sectores que constituian las pirámides social de la época como queda consignado cuando la junta popular, el 7 de abril de 1843, le nombró Comisionado para los pueblso del este, y le entrega una credencial que firma Pedro Alejandro Pina y Matías Ramón Mella. Su misión, la instalación y regularización de las juntas populares, "que deben regir los negocios públicos en las diferentes comunes de vuestro tránsito", fue adoptada como cosa porpia por el patriota y ejecutada por presteza y buen ánimo; pero, sobre todo, aprovechada para entrar en contacto con los principales de la región Este y continuar espaciendo la mieses de la independencia de nuestra nación, sin ser eficaz.

Se reafirma el conocimiento de su jefatura política y militar cuando la oficialidad de Santo Domingo, un mes y tres días después de la Independencia, reclama que Duarte sea elevao al grado de General de División, Comandante en Jefe del Ejército de la República en Armas en razón de que ha sido el hombre que desde muchos años está consagrado al bien de la Patria, y por medio de sociedades, adquiriendo prosélitos y públicamente regando las semillas de la separación, ha sido quien más ha contribuido a formar ese espítiru de libertad e independencia de nuestro suelo (...), y su nombre fue invocado inmediatamente después de los nombres Dios, Patria y Libertad; siempre considerado como el caudillo de la revolución.

"Partido Duartista" ha llamado más de uno, en efecto, a la Trinitaria; no sin motivo, pues dicha instancia es la primera organización política creada en nuestro país, con esencia verdaderamente nacionalista. De hecho, más de un trinitario llamó "partido" a su organización patriótica. Tal es el caso, por ejemplo de Pedro Alejandrino Pina, uno de los fundadores de la Trinitaria, quien, en crta que enviara al patricio en Curazao, en fecha 27 de noviembre del 1843, dice, entre otras cosas: "El partido reinante le espera a Ud. como general en Jefe, para dar principio a ese grande y glorioso movimiento revolucionario, que ha de ser de felicidad al pueblo dominicano". La profesión de fe de ese partido es la "independencia pura y simple", como ha sido denominada tradicionalmente la apuesta duartiana.

Las palabras de Duarte aún slban en nuestros oídos. Convengamos, pues, cedámosle la palabra: "Si me pronucié dominicano independiente, desde el 16 de julio del 1838, cuando los nombres de la Patria, Libertad, Honor nacional se hallaban proscritos, como palabras infames, y por ellos merecí (en el año 43) ser perseguido a muerte por esa facción, entonces haitiana, y por Riviére que la protegía, y a quien engañaron; si después en el año 44 me pronucié en contra del protectaroda francés ideado por esos facciosos o cesión a esta potencia de la Península de Samaná, merecindo por ello todos los males que sobre mi han llovido; si después de veinte años de ausencia he vuelto espontáneamente a mi Patria a protestar con las armas en la mano contra la anexión a España, llevada a cabo a despecho del voto nacional, por la superchería de ese bando traido  parricida, no es de esperarse que yo deje de protestar (y conmigo todo buen dominicano) cual protesto y protestaré siempre, no digo tan sólo contra la anexión de mi Patria a los Estados Unidos, sino a cualquier otra potencia de la tierra, y al mismo tiempo contra cualquier tratado que tienda a menoscabar en los más mínimo, nuesta independencia nacional  y cercenar nuestro territorio o cualquiera de los derechos del pueblo dominicano".

Otra manifestación de sus acendrado patriotismo es el testimoni que nos lega José María Serra en sus célebres Apuntes para la historia de los trinitarios: "Si los españoles tienen su monarquía española, y Francia la suya francesa; si hasta los haitianos han constituido la República Haitiana, ¿por qué han de estar los dominicanos sometidos, ya a la Francia, ya a España, ya a los mismos haitianos, sin pensar en constituirse como los demás? ¡No, mil veces! ¿No más dominación! ¡Viva la Repúblcia Dominicana!

En este rimero de expresiones, Chito Henríquez vio, en la conferencia inaugural de la Cátedra Extracurricular Juan Pablo Duarte de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, Primada de América, una "antesala del juramento con que quedó constituida la Trinitaria (que) registra un pensamiento político clarísimo que revela (...) 1) Que para Duarte lo principal era la independencia de su pueblo, su constitución con una entidad con gobierno propio, como solución de la contribución básica de opresión vs Libertad; 2) Que Duarte era el conocedor de la historia haitiana, tanto como de la dominicana, razón por la cual sólo menciona dos ejemplos además del de Haití, Francia y España, únicas potencias que establecieron su deominación colonial de la isla".

Una muestra adicional fehaciente de su amor sin mácula a la causa nacional la ilustra su oposición tajante, a su regreso de Curazao el 14 de marzo de 1844, 16 días después de proclamada la Independencia Nacional, al denominado Plan Levasseur, que contemplaba los siguientes puntos, pernicioso en sus numerales 4 y 6:

1) La parte oriental de la isla de Santo Domingo, conocida por la Española, tomará el nombre de la República Dominicana, libre e independiente admistrándose por sí misma.

2) Francia se obliga a favorecer su emancipación y a suministrar todo lo necesario para establecer y consolidar su gobierno; como también a dar los subsidios indispensables a las necesidades de la administración.

3) Armas y municiones serán dadas por la Francia en cantidad suficientes para armar la parte activa de la población que sea llamada bajo las banderas de la independencia.

4) El gobierno francés nombrará un gobernador general para desempeñar las funciones del Poder Ejecutivo que durarán 10 años, no obstante, el gobierno Francés se compromete a no retirrlo si el Senado pide su permanencia.

5) Los puertos de la República se abrirán a la inmigración de todos los pueblos.

6) En reconocimiento de la alta protección de la Frncia, la península de Samaná se renuncia y abandona a perpetuidad en favor de la Francia.

Es fácil advertir, que, a pesar de las condicones adversas, su fe en las posibilidades de soberanía y autonomía de nuestro pueblo se mantuvieron firmes como un guayacán centenario en medio del vendaval. Otra muestra de la consistencia de su patrotismo fue su presencia en el teatro de operaciones en plena guerra restauradora. Juan Pablo Duarte, en efecto, no sólo fue el primero y el único que en su tiempo derramó un bálsamo de fe sobre su carrera de la vida y sobre las posibilidades de ser de la República Dominicana por él soñada, ideada y planificada de manera puntual. Donde habían sobradas razones para dar rienda suelta al pesimismo, él encontró motivos para ceer y luchar, espacio para el positivismo. Razón es que volvamos hacia él las vislumbres del alma, sobre él momentos como los caracterizan la vida presente.

La crisis que estremece en este momento a todas las naciones del planeta; crisis que la juventud sufre, paresa de la desorientación y la desesperanza, exigen que se vuelva a las fuetes prístinas de los hechos, permitiendo que cada uno de sus componentes pueda palpar y sentir que los héroes del pasado fueron de carne y hueso como ellos, logrando vencer situaciones iguales o perores que las que padecemos hoy, razón por la cual merecen ser imitados.

Hoy, como resultado de una situación tan excpecional, no basta con proclamar la grnderza que otros entendieron e imitaron en Duarte. Esa grandeza hay que probarla de nuevo, para que otra vez sea entendida e imitada. Duarte es, pues, el paradigma por excelencia del patriota integérrimo y del guía que señala el camino limpio para alcanzar las reinvindicaciones más caras, Sus palabras y su activitu ante la vida dejan poco espacio a la duda razonable. Duarte es, pues, el arquetipo por excelencia de patriotismo entre nosotros; vale decir, de dominicanidad.

Generacionea completas de dominicanos han encontrado en sus ideales, inspiración; la siguiente, ideales; y la siguiente, ha descubierto en sus ojos apacibles y en su frente serena las herramientas para identificar su punto de luz en el horizonte. En efecto, en las horas de prueba para la nacionalidad, los costados activos de la República han tomado hacia él sus miradas anhelantes en busca de aliento y proucrando templar la voluntad. Entre los pueblos como entre los individuos, el retorno a las fuetes primigenias del propio ser es cura de inseguridades y remedio de incertidumbres.

Pero la República Dominicana, cyendo y levantado, va mudando en cada oportunidad un paso adelante, Ha renunciado a hacer del pasado un refugio, y se aventura con gracia inventar su porvenir. No por acaso su imagen y fígura no haen más que crecer en el imaginario con cada nuevo aniversario; como ya previó el poeta José Lois en su poemario Odas Nuevas:
 "Y a través de los años, tu fígura
Aumenta rutilante de estatura,
en el ibro de oro de la historia"

Bien merece la pena, pues, que rememoremos cada enero su gloria y su visión, pero, ante todo, que de tiempo en tiempo le cedamos la palabra, como quería Juan Bautista Lamarche en uno de su poemas que consagra a ese gran maestro de generaciones. Dejemos, entretanto, que se escuche el sonido iluminado de su voz en medio del crpúsculo:

"¡Polvo de centura se avienta en tus manos!
¡Las campanas vibran triunfal aleluya!
Y claman en coro los dominicanos:
¡Padre de la Patria, la palabra es tuya!






Posted by Unknown on jueves, abril 25, 2013. Filed under , . You can follow any responses to this entry through the RSS 2.0

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