Recuerdan oración de Juan Pablo II por la Altagracia
Este Papa viajero regresó en 1985 a
nuestro país, si bien luego su estadía más larga en Santo Domingo tuvo
lugar en 1992, cuando fue recibido por el Presidente Joaquín Balaguer.
A
quienes le visitaban generalmente les comentaba años después las
impresiones que causaba aquel Presidente con una memoria extraordinaria y
gran capacidad de pronunciar discursos. Hace poco un importante
cardenal italiano me preguntaba a mí sobre esa personalidad llamada
Balaguer, y le envié luego un ejemplar de mi libro “Balaguer Subiendo al
Poder” publicado en 2009.
Buscando detalles, a propósito del
tercer viaje del Beato Juan Pablo II a Santo Domingo, reproducimos a
continuación la Oración que le dedicó a Nuestra Señora de la Altagracia
cuando consagró el santuario en su visita a Higüey el día lunes 12 de
octubre de 1992 al cumplirse 500 años del inicio del Descubrimiento y la
Evangelización en América.
1. Dios te salve, María, llena de
gracia: Te saludo, Virgen María, con las palabras del Ángel. Me postro
ante tu imagen, Patrona de la República Dominicana, para proclamar tu
bendito nombre de la Altagracia. Tú eres la “llena de gracia”, colmada
de amor por el Altísimo, fecundada por la acción del Espíritu, para ser
la Madre de Jesús, el Sol que nace de lo alto. Te contemplo, Virgen de
la Altagracia, en el misterio que revela tu imagen: el Nacimiento de tu
Hijo, Verbo encarnado, que ha querido habitar entre nosotros, al que tú
adoras y nos muestras para que sea reconocido como Salvador del mundo.
Tú nos precedes en la obra de la nueva Evangelización que es y será
siempre anunciar y confesar a Cristo“Camino, Verdad y Vida”.
2.
Santa María, Madre de Dios: Recuerdo ante tu imagen, en este 12 de
octubre de 1992, el cumplimiento de los quinientos años de la llegada
del Evangelio de Cristo a los pueblos de América, con una nave que
llevaba tu nombre y tu imagen: la “Santa María”. Con toda la Iglesia de
América entono el canto del “Magnificat”, porque, por tu amor maternal,
Dios vino a visitar a su pueblo en los hijos que habitaban estas
tierras, para poner en medio de ellos su morada, comunicarles la
plenitud de la salvación en Cristo y agregarlos, en un mismo Espíritu, a
la Santa Iglesia Católica.
Fuentes: http://www.listindiario.com

