El Bulevar de la vida
Ocurrió el pasado miércoles 19, en el Bar Lucía 203.
Pavel Núñez cantaba entre amigos con el susto compartido de que en 48
horas se acabaría el mundo.
Marivell Contreras, que es una activista cultural de
excepción, “amanteamiga” de todo lo que sea literatura, noche, poesía,
recordó que ese día, más exactamente el que se iniciaría a las 12 de la
noche, cuarenta años atrás René del Risco Bermúdez había fallecido en un
accidente en El Malecón de Santo Domingo, más exactamente en “la
curvita de la muerte”, frente a la sede del Banco Agrícola.
Siempre en sus afanes de amorosa ternura literaria,
Marivell, que es la condesa auténtica del ducado de Monte Plata, se
inventó interrumpir el concierto de Pavel justo a las doce para rendir
homenaje a René. Y en medio del evento, me pidió leer uno de sus poemas,
y decir algo de su obra y su persona. (Entonces, lamenté que no
estuviera todavía en Santo Domingo, el más culto y completo difusor de
la obra de René, el ario berlinés, juglar de la cultura nacional que es
Miguelín D. Mena).
La Contreras había seleccionado para mí, no sé con
cuál sádica, cruel, inhumana e inconfesable intención, -mala, por
supuesto-, el poema: “Eurídice invencible”: “Digo amor y camino
buscándote el aliento/ con la misma mirada con que escribí tu nombre al
sur de aquella tarde/ que, tibio, el mar lamía,/ para que tú me dieras
tu beso repetido”.
La noche fue larga como el olvido y sus silencios.
Hermosa, tierna y conmovida, como las diosas de azul y rosa en los
amaneceres.
Como ustedes comprenderán, al otro día, más bien a la madrugada, fue inevitable volver a René y su obra.
Pero desde entonces ando entre Ton, una primavera
regalada al mundo y este viento frio que, como el recuerdo de soñados
besos, ni cede ni cesa.
Hoy, -son las cuatro y cincuenta y tres de la mañana-
al recoger los diarios en la puerta de mi dacha he encontrado una nota
firmada por René del Risco. Conmovido, la he leído con la esperanza de
encontrar en ella algunas letras cómplices del poeta. Pero no.
Lo que recibí fue una nota comercial de Tropigás
anunciándome, vulgar, que a partir de enero habrá un aumento de cinco
pesos en la tarifa “por cargos de distribución”. Quien firmaba la carta
era René del Risco.... pero no Bermúdez ni Brugal, ni Barceló o Blue
Label, sino René del Risco Bobea, que imagino ha de ser su sobrino o su
hijo. “!Qué desencanto tan hondo, qué desventura tan cruel!”.
Sin embargo, aquí estoy, casi feliz y conmovido,
agradecido de Tropigás que con su notificación de aumento me ha salvado
el día, retornándome sin tiempo a la poesía de René, o sea, a la
posibilidad del mar, un beso, los recuerdos, una mujer bienvenida
saludándonos desde el paraíso de su vientre, desde la gloria infinita de
su carne.... y la insoportable seguridad de la muerte a la que tanto
René cantó.
Y aquí sigo, en la dolorosa sospecha de que esta
Navidad será larga: “Si nos atrevemos a salir, nos matarán los otros.
Nos obligarán a pisar un pedal, a tragar rápidamente letreros, paredes,
alguna voz, a huir toda la noche como buscando a nadie. Si nos atrevemos
a salir, nos matarán los otros...! “Este soy yo, tu llama, tu alimento,
tu herradura, tu pan, tu todavía, tu tibia alternativa, tu alegría, tu
ceniza final, tu aturdimiento." “Esa mujer se peina y se danza y camina
suavemente como apoyándose en la brisa... ¡Esa dulce mujer
asesinada...!”
Fuentes: http://www.noticia24h.com